La Leyenda de Odín
Odín, Dios de Dioses, observaba los 9 mundos desde su trono en Asgard, podía verlo todo y a todos, pero había algo que se escapaba de su vista; el futuro.
Quería tener el conocimiento y la sabiduría absoluta, por ello, ese vacío le atormentaba, esa es la razón por la que un día decidió bajar a los pies del Yggdrasil, a visitar las Nornas que se encontraban en sus raíces.
Las Nornas, llamadas Urd, Verdandi y Skuld eran las tejedoras del telar de la vida y conocedoras del destino de todos los Dioses y todos los hombres, a las cuales Odín les pidió que por favor le concedieran el Don de ver el futuro, pero ellas se negaron, les dijeron que, si eso era lo que quería, debía ir a ver al gigante Mimir, el protector de la fuente de sabiduría y el ser más sabio de los 9 mundos.
Sin embargo, le advirtieron que tuviera cuidado con lo que deseaba, pues muchas veces los deseos cuando se cumplen, no son lo que uno espera.
Poco antes de llegar, Odín tomó la forma de un cansado caminante, y cuando llegó, le pidió a Mimir que le dejara beber de su fuente, ya que estaba agotado y muy sediento, pero Mimir, al ser tan sabio, no se dejó engañar y le dijo a Odín que le dejaría beber de su fuente a cambio de pagar un precio muy alto, su ojo izquierdo.
Fue de esta forma que Odín perdió su ojo y jamás lo recuperó, ya que al aceptar el trato con Mimir, éste cogió su ojo y lo lanzó al fondo de la fuente, donde todavía se encuentra.
Odín, finalmente, pudo beber de la fuente, y en cuanto el agua tocó sus labios, vio toda la desgracia y el horror que tendrían que pasar todos los hombres y los Dioses; el fin del mundo y su propio destino.
Después de este suceso, Odín decidió volver hacia Asgard, pero cuanto más avanzaba en el camino, más insatisfecho se encontraba con el conocimiento que había adquirido, así que, reflexionando, se dio cuenta de que, para obtener conocimiento y sabiduría, era necesario realizar un sacrificio, y que, si él quería obtener toda la sabiduría, el sacrificio tendría que ser enorme.
De éste modo, Odín decidió sacrificarse él mismo para sí mismo, por lo que procedió a clavarse su propia lanza y se colgó cabeza abajo del gran árbol Yggdrasil, durante 9 días y 9 noches. Durante ese tiempo, no comió ni bebió nada, lo único que pudo hacer era conocerse así mismo, y ya en los límites de la desesperación, mirando en su interior, Odín descubrió las Runas. Cuando esto sucedió, gritó con gran fuerza, las agarró, y en ese momento cayó al suelo.
Según la mitología nórdica, las Runas, junto con la poesía y la magia, convirtieron a Odín en el ser más sabio de los 9 mundos.
Cuentan las leyendas, que desde que poseyó el don de conocer el destino, tal peso cayó sobre Odín, que no ha vuelto a comer, ni siquiera de la más jugosa carne… se limita a beber para soportar ese enorme peso, y de hidromiel es de lo único que se alimenta.
De ahí que se diga, que el hidromiel es la bebida de los Dioses.
Como moraleja de ésta historia, podemos decir que no hay conocimiento sin sacrificio.